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Primeras Lecturas

La celebración del matrimonio entre dos fieles católicos tiene lugar ordinariamente dentro de la Santa Misa, puesto que es conveniente que los esposos sellen su consentimiento en darse el uno al otro mediante la ofrenda de sus propias vidas, uniéndose a la ofrenda de Cristo por su Iglesia, hecha presente en el Sacrificio Eucarístico, y recibiendo la Eucaristía, para que, comulgando en el mismo Cuerpo y en la misma Sangre de Cristo, "formen un solo cuerpo" en Cristo.

       En cuanto al rito sacramental, éste debe ser sencillo y digno, y en algunas partes permite acomodarse a las preferencias espirituales de los novios. A continuación puedes leer y elegir los diferentes formularios que la Iglesia os ofrece: Primera lectura, Salmo, Segunda lectura, Evangelio, Consentimiento y Peticiones.

"En cuanto signo, la celebración litúrgica debe llevarse a cabo de manera que constituya, incluso en su desarrollo exterior, una proclamación de la Palabra de Dios y una profesión de fe de la comunidad de los creyentes. El empeño pastoral se expresará aquí con la preparación inteligente y cuidadosa de la «liturgia de la Palabra» y con la educación a la fe de los que participan en la celebración, en primer lugar de los que se casan" (Familiaris Consortio 67)

Génesis 1, 26-28. 31a: hombre y mujer los creó

Dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, los reptiles de la tierra". Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: "Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven sobre la tierra". Y vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno.

Génesis 2, 18-24: serán los dos una sola carne

El Señor Dios se dijo: -«No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien como él que le ayude.» Entonces el Señor Dios modeló de arcilla todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo y se los presentó al hombre, para ver qué nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que el hombre le pusiera. Así, el hombre puso nombre a todos los animales domésticos, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no encontraba ninguno como él que lo ayudase. Entonces el Señor Dios dejó caer sobre el hombre un letargo, y el hombre se durmió. Le sacó una costilla y le cerró el sitio con carne. y el Señor Dios trabajó la costilla que le había sacado al hombre, haciendo una mujer, y se la presentó al hombre. El hombre dijo: -«¡Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será Mujer, porque ha salido del hombre. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.»

Génesis 24, 48-51. 58-67:
Isaac se consoló con el amor de Rebeca

En aquellos días, el criado de Abrahán dijo a Labán: -“Bendigo al Señor, Dios de mi amo Abrahán, que me ha guiado por el camino justo, para llevar al hijo de mi amo la hija de su hermano. Por tanto, si queréis ser leales y sinceros con mi amo, decídmelo, y si no, decídmelo, para actuar en consecuencia”. Labán y Betuel le contestaron: -“El asunto viene del Señor, nosotros no podemos responderte bien o mal. Ahí tienes a Rebeca, tómala y vete, y sea la mujer del hijo de tu amo, como el Señor ha dicho”. Llamaron a Rebeca y le preguntaron: -“¿Quieres ir con este hombre?” Ella respondió: -“Sí”. Entonces despidieron a Rebeca y a su nodriza, al criado de Abrahán y a sus compañeros. Y bendijeron a Rebeca: -“Tú eres nuestra hermana, crece mil veces; que tu descendencia someta el poder de sus enemigos”. Rebeca y sus compañeras se levantaron, montaron en los camellos y siguieron al hombre; y así se llevó a Rebeca el criado de Abrahán. El criado tomó a Rebeca y emprendió el camino. Isaac se había trasladado del “Pozo del que vive y ve” al territorio del Negueb. Una tarde, salió a pasear por el campo y, alzando la vista, vio acercarse unos camellos. También Rebeca alzó la vista y, al ver a Isaac, bajó del camello y dijo al criado: -“¿Quién es aquel hombre que viene en dirección nuestra por el campo?”. Respondió el criado: -“Es mi amo”. Y ella tomó el velo y se cubrió. El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho. Isaac la metió en la tienda de su madre Sara, la tomó por esposa y con su amor se consoló de la muerte de su madre.

Tobías 7, 6-14:
El Señor del cielo os ayude, hijo, y os dé su gracia y su paz

En aquellos días, Ragüel besó a Tobías, llorando, y le dijo: -“¡Hijo, bendito seas! Tienes un padre excelente. ¡Qué desgracia que haya quedado ciego un hombre tan honrado y que daba tantas limosnas!” Y abrazado al cuello de su pariente Tobías, siguió llorando. Edna, la esposa, y su hija Sara, lloraban también. Ragüel los acogió cordialmente y mandó matar un carnero. Cuando se lavaron y bañaron, se pusieron a la mesa. Tobías dijo a Rafael: -“Amigo Azarías, dile a Ragüel que me dé a mi pariente Sara”. Ragüel lo oyó, y dijo al muchacho: -“Tú come y bebe y disfruta a gusto esta noche. Porque, amigo, sólo tú tienes derecho a casarte con mi hija Sara, y yo tampoco puedo dársela a otro, porque tú eres el pariente más cercano. Pero, hijo, te voy a hablar con toda franqueza. Ya se la he dado en matrimonio a siete de mi familia, y todos murieron la noche en que iban a acercarse a ella. Pero bueno, hijo, tú come y bebe, que el Señor cuidará de vosotros”. Tobías replicó: -“No comeré ni beberé mientras no dejes decidido este asunto mío”. -“Lo haré. Y te la daré, como prescribe la ley de Moisés. Dios mismo manda que te la entregue, y yo te la confío. A partir de hoy, para siempre, sois marido y mujer. Es tuya desde hoy para siempre. El Señor del cielo os ayude esta noche, hijo, y os dé su gracia y su paz.» Llamó a su hija Sara. Cuando se presentó, Ragüel le tomó la mano y se la entregó a Tobías, con estas palabras: -«Recíbela conforme al derecho y a lo prescrito en la ley de Moisés, que manda se te dé por esposa. Tómala y llévala enhorabuena a casa de tu padre. Que el Dios del cielo os dé paz y bienestar.» Luego llamó a la madre, mandó traer papel y escribió el acta del matrimonio: «Que se la entregaba como esposa conforme a lo prescrito en la ley de Moisés.» Después empezaron a cenar.

Tobías 8, 4b-8: Haznos llegar juntos a la vejez

En la noche de bodas, Tobías dijo a Sara: -“Mujer, levántate, vamos a rezar, pidiendo a nuestro Señor que tenga misericordia de nosotros y nos proteja”. Se levantó, y empezaron a rezar, pidiendo a Dios que los protegiera. Rezó así: -“Bendito eres, Dios de nuestros padres, y bendito tu nombre por los siglos de los siglos. Que te bendigan el cielo y todas tus criaturas por los siglos. Tú creaste a Adán, y como ayuda y apoyo creaste a su mujer, Eva; de los dos nació la raza humana. Tú dijiste: “No está bien que el hombre esté solo, voy a hacerle alguien como él, que lo ayude”. Si yo me caso con esta prima mía, no busco satisfacer mi pasión, sino que procedo lealmente. Dígnate apiadarte de ella y de mí, y haznos llegar juntos a la vejez”. Los dos dijeron: -“Amén, amén”.

Cantar de los Cantares 2, 8-10. 14. 16a; 8, 6-7a

Aquí viene mi amado saltando por los montes, retozando por las colinas. Mi amado es como una gacela, es como un venadito, que se detiene detrás de nuestra tapia, espía por las ventanas y mira a través del enrejado. Mi amado me habla así: "Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven. Paloma mía, que anidas en las hendiduras de las rocas, en las grietas de las peñas escarpadas, déjame ver tu rostro y hazme oír tu voz, porque tu voz es dulce y tu rostro encantador". Mi amado es para mí y yo para mi amado. Grábame como un sello en tu brazo, como un sello en tu corazón, porque es fuerte el amor como la muerte, es cruel la pasión como el abismo; es centella de fuego, llamarada divina; las aguas torrenciales no podrán apagar el amor ni anegarlo los ríos.

Cantar de los Cantares 8, 6-7

Grábame como un sello en tu brazo, como un sello sobre tu corazón, porque es fuerte el amor como la muerte, es cruel la pasión como el abismo; es centella de fuego, llamarada divina: las aguas torrenciales no podrán apagar el amor, ni anegarlo los ríos. Si alguien quisiera comprar el amor con todas las riquezas de su casa, se haría despreciable.

Proverbios 31, 10-13. 19-20. 30-34:
La mujer que teme al Señor merece alabanza

Una mujer hacendosa, ¿quién la hallará? Vale mucho más que las perlas. Su marido se fía de ella, y no le faltan riquezas. Le trae ganancias y no pérdidas todos los días de su vida. Adquiere lana y lino, los trabaja con la destreza de sus manos. Extiende la mano hacia el huso, y sostiene con la palma la rueca. Abre sus manos al necesitado y extiende el brazo al pobre. Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura, la que teme al Señor merece alabanza. Cantadle por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en la plaza.

Eclesiástico 26, 1-4. 16-21: Sol que sale por las alturas del Señor, es la belleza de la mujer buena

Dichoso el marido de una mujer buena; se doblarán los años de su vida. La mujer hacendosa hace prosperar al marido, él cumplirá sus días en paz. Mujer buena es buen partido que recibe el que teme al Señor; sea rico o pobre, estará contento y tendrá cara alegre en toda sazón. Mujer hermosa deleita al marido, mujer prudente lo robustece; mujer discreta es don del Señor: no se paga un ánimo instruido; mujer modesta duplica su encanto: no hay belleza que pague un ánimo casto. El sol brilla en el cielo del Señor, la mujer bella, en su casa bien arreglada.

Jeremías 29, 5-7: Tomad esposas para vuestros hijos, dad vuestras hijas en matrimonio

Así dice el Señor: -“Construid casas y habitadlas; plantad huertos y comed sus frutos. Tomad esposas y engendrad hijos e hijas, tomad esposas para vuestros hijos, dad vuestras hijas en matrimonio, para que engendren hijos e hijas: multiplicaos allí y no disminuyáis. Buscad la prosperidad del país adonde os he deportado y rogad por él al Señor, porque su prosperidad será la vuestra”.

Jeremías 31, 31-32a. 33-34a

«Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. No como la alianza que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto. Sino que así será la alianza que haré con ellos, después de aquellos días -oráculo del Señor-: Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo: "Reconoce al Señor". Porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande -oráculo del Señor-».

Oseas 2, 16b. 17b. 21-22

Esto dice el Señor: “Yo la persuado, la llevo al desierto, le hablo al corazón. Allí responderá como en los días de su juventud, como el día de su salida de Egipto. Me desposaré contigo para siempre, me desposaré contigo en justicia y en derecho, en misericordia y en ternura, me desposaré contigo en fidelidad y conocerás al Señor”.

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